El salafismo/wahhabismo As salafiyyah al wahhâbiyyah (Az Zahâwî)





El noble descendiente de Sayidunâ Khalîd Ibn Al Walîd (que Allâh esté complacido con él), Al Hâjj Jamîl Al Afandî Az Zahâwî (que Allâh le tenga misericordia) dijo:

«La wahhâbiyyah es una secta fundada por Muhammad Ibn 'Abd Il Wahhâb. Aunque haya aparecido en 1143 (1730), el desorden actual que sigue la predicación de su doctrina corrupta tomó solamente una cincuentena de años para propagarse. Apareció en el Najd. Se trata de la misma región en la que apareció Musaylimah el falso profeta, durante los primeros tiempos del Islâm. Muhammad Ibn Sa'ûd, el gobernador de la región, asistió Ibn 'Abd Il Wahhâb en su trabajo, forzando a la gente a seguirle. Las tribus Árabes se dejaron engañar una tras la otra hasta que la sedición se haya vuelto moneda corriente en la región, que su notoriedad haya crecido y que su poder se haya vuelto incontrolable. Los nómadas Árabes del desierto que vivían alrededor [le temían]. Decía a la gente: «Les llamo a atestiguar el Tawhîd y a abandonar la asociación a Allâh (shirk).» La gente de las campañas le seguía y se iba a donde se iba, hasta que su dominación se volvió efectiva.

Muhammad Ibn 'Abd Il Wahhâb nació en 1111 y murió en 1207 (1699-1792). Al principio de su vida, hacía idas y vueltas entre La Meca y La Medina en búsqueda del conocimiento religioso. En La Medina, estudió con el Shaykh Muhammad Ibn Sulaymân Al Kurdî y con el Shaykh Muhammad Hayat As Sindî. Estos dos sabios así como los otros con quienes estudió se enteraron rapidamente de la herejía que representaba la creencia de Ibn 'Abd Il Wahhâb. Decían:
«Allâh le permitirá extraviar a la gente, y cuánto desgraciado serán los que se perderán por su culpa!» La situación se volvió así cuando su padre 'Abd Ul Wahhâb, que era un sabio piadoso, se enteró de la herejía de su doctrina y empezó a advertir a la gente contra su hijo. Su propio hermano Sulaymân no tardó en seguir los pasos [de su padre], y escribió un libro intitulado As Sawâ'iq para refutar la doctrina innovada y subversiva que inventó Ibn 'Abd Il Wahhâb.

Varios famosos escritores de la época establecieron similitudes entre los principios de Ibn 'Abd Il Wahhâb y los de los falsos profetas de los primeros tiempos del Islâm tales como Musaylimah el mentiroso, Sajah Al Aswad Al 'Anasî, Tulayhah Al Asadî y otros semejantes. Sin embargo, lo que era diferente en el caso de Ibn 'Abd Il Wahhâb era que disimulaba toda pretensión a la Profecía. Era seguramente incapaz de obtener el apoyo suficiente para pretenderlo abiertamente. A pesar de ello, llamaba «Al Muhâjirûn» a los que venían de otras partes y se reunían con su movimiento, y «Ansâr» a los que venían de su propia región, esto en una imitación patética de los que tuvieron que huir de La Meca con el Profeta Muhammad (que La Paz y Las Bendiciones de Allâh estén con él) y de los habitantes de La Medina en los principios del Islâm.

Ibn 'Abd Il Wahhâb solía ordenar a los que ya habían cumplido el Hajj antes de reunirse con él de realizarlo de nuevo, siendo que Allâh no lo había aceptado [según la doctrina de Ibn 'Abd Il Wahhâb] cuando lo cumplieron, ya que eran incrédulos. También dijo a los que querían entrar en su religión: «Debéis atestiguar contra ustedes mismos que erais incrédulos y debéis atestiguar contra vuestros ancestros que eran incrédulos y que murieron como tal.» También declaró incrédulos a varios famosos sabios del pasado. Si el potencial nuevo miembro de su movimiento estaba de acuerdo con ello y atestiguaba de la veracidad de estas pretensiones, era aceptado, y si no, era ejecutado.

Ibn 'Abd Il Wahhâb no hacía ningún secreto con su creencia que pretendía que la comunidad musulmana había permanecido en un estado de incredulidad total (kufr) durante los 600 últimos años, y pensaba exactamente lo mismo de los que no le seguían en su tiempo. Aunque una persona fuera la más piadosa y la más temerosa hacia Allâh entre los musulmanes, la calificaba de politeísta (mushrik) y devolvía el derramamiento de su sangre y la confiscación de sus bienes lícitos. Por otra parte, confirmaba la fe de los que le seguían, incluso los que eran conocidos por ser corruptos y viviendo en la opulencia.

Siempre trataba del mismo asunto: la alta posición por la cual Allâh le había honrado. Esto era directamente vinculado con su falta de respeto hacia el Profeta (que La Paz y Las Bendiciones de Allâh sean con él) cuyo rebajó el estatuto de Mensajero usando muchas veces palabras que describían más a un joven simplemente comisionado que a un propagador de la fe que aplicaba los mandamientos Divinos. Decía por ejemplo: «He estudiado el asunto de Hudaybiyyah y he notado tal y tal mentira al respecto.» Solía tener propósitos despectivos de este tipo al punto que uno de sus adeptos dijo en su presencia [sin ser reprendido ni corregido]: «Este bastón que tengo en mi mano es mejor que Muhammad porque facilita mi marcha, mientras que Muhammad es muerto pues no me ayuda para nada.» Esto no es nada más que incredulidad, como lo expresaron las 4 escuelas jurídicas.

Además, Ibn 'Abd Il Wahhâb solía decir que la Salât 'Ala An Nabî era desaprobada (makrûh) en la Sharî'ah. Prohibía el hecho de que las oraciones sobre el Profeta fueran recitadas en vísperas del viernes, así como prohibía su recitación pública desde encima del mimbar y sancionaba severamente a quien las recitaba. Hasta asesinó a un mu°adhdhin que no dejó de concluir su llamada a la oración con una oración sobre el Profeta después de que se lo haya ordenado. Engañó a sus adeptos diciendo que todo esto era para preservar el Tawhîd.

En el mismo tiempo, quemó muchos libros que contenían oraciones sobre el Profeta tales como el Dalâ°il Khayrât y otros con contenidos semejantes. De la misma manera, destruyó innumerables obras de fiqh, comentarios del Qur°ân y otras obras sobre la ciencia del hadîth, que tenían como «defecto» común de estar en contradicción con sus propias creencias sin sentido. Actuando así, no dejo de alentar a sus adeptos a interpretar el Qur°ân y los ahâdîth a favor suyo para legitimar sus enseñamientos, aunque fueran mancillados por las tinieblas de su mala creencia y de su doctrina innovada.

Ibn 'Abd Il Wahhâb no dejaba de tachar a la gente de incrédulos. Para ello, tomaba versículos coránicos revelados contra los politeístas y les usaba contra los monoteístas (muwahhidûn). Al respecto, el Imâm Al Bukhârî relató en su Sahîh según 'Abdu Llâh Ibn 'Umar que los khawârij tenían como característica de aplicar a los musulmanes los versículos revelados contra los incrédulos. Relató también un otro hadîth transmitido por Ibn 'Umar en el cual el Profeta (que La Paz y Las Bendiciones de Allâh sean con él) dijo lo que significa: «Lo que más temo para mi comunidad es un hombre que interpreta los versículos del Qur°ân fuera de su contexto.» Este hadîth así como el precedente se aplican claramente al caso de Ibn 'Abd Il Wahhâb y de sus adeptos.

Es evidente que la intención escondida detrás de sus palabras era de fundar una nueva religión. En realidad, la única cosa que aceptó de la religión de nuestro Profeta (que La Paz y Las Bendiciones de Allâh sean con él) fue el Qur°ân, pero no era nada más que una cuestión de apariencia. Se esforzaba en que la gente se quede ignorante de sus verdaderos objetivos. Esta fue su manera de proceder, él y sus adeptos, para interpretar el Qur°ân como se les antojaba dejando de lado los comentarios del Profeta (que La Paz y Las Bendiciones de Allâh sean con él), de sus Compañeros, de los Salaf Us Sâlih
y de los Imames entre los comentadores del Qur°ân.  

No argumentaba con las palabras del Profeta, ni con la de los Compañeros, ni de sus sucesores, ni de los Imames versados en los fundamentos de la jurisprudencia (°usûl ul fiqh) y en el ijtihâd. Pues sus fatawâ no eran basada en los fundamentos de la Sharî'ah. Además, no consideraba el consenso (ijmâ') y la analogía (qiyâs). Y aunque pretendía pertenecer al Madhhab del Imâm Ahmad Ibn Hanbal, esta pretensión no era en realidad nada sino mentira y disimulación. Los sabios y los juristas del Madhhab Hanbali rechazaron sus múltiples extravíos, escribieron muchos textos para refutarlos, y entre ellos su hermano con el libro que trata de los desvíos de Ibn 'Abd Il Wahhâb, mencionado más arriba.

El eminente Sayyid Al Haddâd Al 'Alawî dijo al respecto: «Según nosotros, el elemento que demuestra el alejamiento indiscutible de Ibn 'Abd Il Wahhâb de los fundamentos mismos del Islâm, tanto en sus posiciones como en sus actos, es el hecho de que haya decretado permitidas cosas notoriamente conocidas en nuestra religión como prohibidas según el consenso, esto sin ninguna interpretación válida del Qur°ân o de la Sunnah, además del hecho de denigrar a los Profetas, a los Mensajeros, a los Santos y a los Virtuosos. Porque la denigración de quienquiera figura en una de estas categorías de personas es incredulidad (kufr) según el consenso establecido por los 4 Imames de las escuelas jurídicas.»

Luego, Ibn 'Abd Il Wahhâb escribió una epístola intitulada Kashf Ush Shubuhât 'An Khaliq Il Ardi Wa As Samawât para Ibn Sa'ûd. En este trabajo, declaró que todos los musulmanes de hoy eran incrédulos y que así fue también durante los 600 últimos años, aplicó a los más temerosos hacia Allâh y a los más piadosos de la Ummah versículos destinados a los incrédulos de la tribú de Quraysh. Ibn Sa'ûd tomó naturalmente esta obra como pretexto y medio de extender su soberanía política sometiendo a los Árabes a su dominación. Ibn 'Abd Il Wahhâb comenzó después a predicar su religión a la gente y les inculcó la idea de que toda persona sobre la tierra era un politeísta y que todo quien mataba a un politeísta entraría directamente en el Paraíso.

En consecuencia, Ibn Sa'ûd aplicaba todo lo que Ibn 'Abd Il Wahhâb ordenaba. Si le ordenaba matar a alguien y apropiarse sus bienes, se apuraba y actuaba a la letra. De hecho, Ibn 'Abd Il Wahhâb era entre su pueblo tal un Profeta en su comunidad. Su pueblo no dejó una iota de lo que les ordenaba hacer y actuaba estrictamente de la manera que lo deseaba, glorificándole y honrándole de manera inconcebible. Los clanes y las tribus Árabes siguieron magnificándole y, de esta manera, la dominación de Ibn Ibn Sa'ûd aumentó considerablemente, así como la de su hijo después de él.

El Sharîf de La Meca, Ghâlib, hizo la guerra contra Ibn Sa'ûd durante 15 años, hasta que se volvió demasiado viejo y débil para combatir. Luego Ibn Sa'ûd entró en La Meca después de un tratado de paz negociado en el año 1220 (1805). Se quedó durante 7 años hasta que la Sublime Porta (el Sultanato Otomano) levantó un ejército mandado por su ministro, el honorable Muhammadu 'Alî Al Bashâ, el gobernador de Egipto. Su valeroso ejercito avanzó contra Ibn Sa'ûd y despejó la región de él y de sus adeptos. Luego convocó a su hijo Ibrâhîm Al Bashâ que llegó en el año 1233 (1818) y eliminó los últimos entre ellos.

Entre las abominaciones repugnantes de Ibn 'Abd Il Wahhâb, hay el hecho de que prohibía a su pueblo visitar la tumba del Profeta (que La Paz y Las Bendiciones de Allâh sean con él). A pesar de su prohibición, un grupo salió de la ciudad de Al Ahsâ° para visitar al Profeta. Cuando volvieron, pasaron por la región de Ibn 'Abd Il Wahhâb. Este [les capturó] y ordenó que se les afeitara sus barbas, que fueran atados detrás de sus monturas y que vuelvan así a Al Ahsâ° [y sean humillados]. 

El Profeta (que La Paz y Las Bendiciones de Allâh sean con él) dio algunas informaciones sobre estos khawârij en varios ahâdîth. Sus propósitos constituyen una de las señales de su Profecía porque demuestran su conocimiento de lo invisible. Entre ellas figura su palabra relatada por Al Bukhârî y Muslim (en el sentido): «La discordia llegará de ahí! La discordia llegará de ahí!», apuntando al Este con su dedo, y «Gente aparecerá del Este, leerán el Qur°ân pero este no irá más allá de sus gargantas. Dejarán el Islâm con la velocidad con la cual una flecha traspasa una presa. No regresarán [al Islâm] hasta que la flecha haya vuelto a su muesca. Su seña distintiva será que se afeitarán el cráneo.» Otro hadîth dice: «Son una desgracia para el conjunto de la creación de Allâh. Bendecido sea el que les mata.» Y también: «Degollaos! Porque si se reclaman del Qur°ân, sabed que no tienen de él ninguna parte!» Y también dijo: «Oh Señor mío, bendice para nosotros a Siria! Oh Señor mío, bendice para nosotros al Yemen!» Gente le dijeron: «Y el Najd?», pero respondió: «En este lugar, habrán terremotos y sediciones; y es en este lugar que aparecerá el cuerno del diablo (qarn ush shaytân). » Y dijo también: «Aparecerá gente en el Este. Recitarán el Qur°ân pero su recitación no irá más-allá de sus gargantas. Cada vez que una de sus generaciones desaparecerá, otras aparecerán y esto hasta el último día en el cual aparecerá el dajjâl. Una de sus señas distintivas será que se afeitarán la cabeza.»

Los propósitos del Profeta (sallaLlahu 3aleyhi wa sallam) designan claramente y se refieren explícitamente a esta gente venida del Este que siguen Ibn 'Abd Il Wahhâb en sus innovaciones, porque solían ordenar a los que les seguían afeitarse la cabeza, y desde que empezaron a hacerlo, no dejaron esta práctica. También ordenó a las mujeres que le seguían afeitarse la cabeza. Esta práctica no se encuentra en ninguna de las sectas anteriores a la de Ibn 'Abd Il Wahhâb. Una vez, pidió a una mujer que quería entrar en su religión que se afeite la cabeza, le respondió: «Si usted pedía a los hombres afeitarse la barba, entonces podría pedir a las mujeres afeitarse la cabeza, pero el cabello de la mujer tiene el mismo estatuto sagrado que la barba de un hombre.» Ibn 'Abd Il Wahhâb fue incapaz de responder lo que sea a esto.

Encontramos también entre los ahâdîth del Profeta (que La Paz y Las Bendiciones de Allâh sean con él) que dijo lo que significa: «Al fin de los tiempos, un hombre aparecerá en el seno de la región donde salió Musaylimah. Querrá cambiar la religión del Islâm.» En un hâdîth semejante dice lo que significa: «Del Najd aparecerá un diablo que pondrá la Península Arábica en los seísmos de la discordia y de los conflictos.»

Entre las abominaciones perpetradas por Ibn 'Abd Il Wahhâb, su auto de fe de libros de ciencias islámicas así como la ejecución de sabios que tenían la misma creencia que nosotros, así como la de simples civiles que pertenecían tanto a las clases privilegiadas como a las del pueblo. Devolvió lícito el derrame de su sangre y la confiscación de sus bienes, así como devolvió lícito el hecho de cavar las tumbas de los Santos. En Al Ahsâ° por ejemplo, había ordenado que algunas tumbas de Santos fueran tomadas para que la gente hagan en ellas sus necesidades. Prohibió a la gente leer el Dalâ°il Ul Khayrât del Imâm Al Jazulî, de cumplir actos de adoración voluntarios [fuera de los mencionados claramente en los ahâdîth auténticos], de invocar Nombres de Allâh específicos, de celebrar el mawlîd y de repetir oraciones sobre el Profeta desde el mimbar después de la llamada a la oración. Además, mató a todos los que persistían en la práctica de una de estas cosas. También prohibió varios tipos de adoración después de la oración. Declaraba públicamente incrédulo al musulmán que invocaba a Allâh haciendo el tawassul por un Profeta, un Ángel o un Virtuoso, como por ejemplo, cuando suplicamos El Creador de cumplir tal o tal demanda por el amor hacia Muhammad (que La Paz y Las Bendiciones de Allâh sean con él). También trató de incrédulo a toda persona que se dirigía a alguien con el término « sayyid – señor, maestro».

Sin duda, una de las peores abominaciones perpetradas por los wahabitas con la influencia de Ibn 'Abd Il Wahhâb fue la matanza de la gente de Tâ°if. Entrando en esta ciudad, mataron a todos los que veían, ejecutando tanto al niño como al adulto, al gobernador como al gobernado, a la persona modesta como acomodada. Empezaron por un bebé que tomaba el pecho de su madre y se fueron después hacia un grupo que estudiaba el Qur°ân, matándoles hasta el último. Después de haber aniquilado a toda la gente que encontraron en las casas, se fueron en las calles, las tiendas y las mezquitas, matando a todos los que encontraban en su camino. Asesinaron hasta a los que estaban inclinados en la oración hasta que eliminaron a todos los musulmanes habitantes de Tâ°if y que no quedo más de un puñado de gente, una veintena o un poco más. Se atrincheraron en Bayt Ul Fitnî con municiones, devolviendo su acercamiento imposible.

Había otro grupo presente en Bayt Ul Fâr compuesto de 260 personas que les combatieron este día, y el día siguiente, y a los dos días, hasta que los wahabitas les enviaron una garantía de clemencia, pero habían dado esta garantía como trampa. Porque cuando entraron [en la ciudad], tomaron sus armas y les mataron uno tras el otro. Otros salieron también con una garantía de clemencia apoyado por un tratado de paz en la cuenca de Waj, pero fueron abandonados en el frio y la nieve, descalzos, desvestidos en la vergüenza con sus esposas, ellos que eran acostumbrados a una vida púdica, debido a su decencia y su piedad. Luego [los wahabitas] saquearon sus bienes: riquezas de todos tipos, tales como mobiliario o dinero.

También tiraron miles de libros por las calles y los senderos, entre los cuales figuraban ejemplares del Qur°ân, volúmenes de Al Bukhârî, Muslim y otras compilaciones de ahâdîth así como libros de fiqh. Estos libros se quedaron ahí durante varios días, pisoteados por los wahabitas. Más tarde, arrasaron las casas e hicieron de esta ciudad un desierto. Esto ocurrió en 1217 de la Héjira...»

Fin de citación.

Referencia: Fajr Us Sâdiq de Al Hâjj Jamîl Al Afandî Az Zahâwî (que Allâh le tenga misericordia).




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