Capítulo [sobre el milagro del Coran]




Capítulo [sobre el milagro del Coran]

La prueba de que nuestro profeta –que las bendiciones de Allâh estén con él- es un profeta, son sus milagros. Primero el Coran, con todos los aspectos que lo devuelven inimitable: su elocuencia específica y su estilo rítmico. No se encuentra esto en el estilo de los árabes fuera del Coran, a pesar de que Muhammad haya desafiado estos mismos árabes de oponerle una sola surah; recordando que, si lo hubieran hecho, su pretensión a la profecía hubiera sido aniquilada, y que hubiera cesado oponerse a ellos. Y de hecho intentaron durante más de veinte años oponer algo al Coran, pero sin lograrlo; ahora bien estos árabes eran los más elocuentes de los discutidores y los más disertos de los oradores.


Otro punto que muestra los aspectos del Coran que le devuelven inimitable, es el hecho de que comporte historias de los ancianos, aunque el Profeta –que la bendición de Allâh esté con él- era iletrado, que no sabía ni leer ni escribir, y que durante toda su vida, nunca se le vio estudiar los libros de los ancianos, y tampoco no se le ocurrió encontrarse en una situación propicia al estudio de los libros.

Además, el Coran comporta acontecimientos escondidos que se refieren al futuro, y que ocurrieron como lo anunciaba el Coran. El enviado de Allâh –que la paz y las bendiciones de Allâh estén con él- tuvo otros signos y otros milagros además del Coran. Así, partió la luna, hizo hablar las piedras, devolvió la palabra a los mudos, hizo brotar el agua a través de sus dedos, etc.

  Fuente: www.aslama.com 

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